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miércoles, 14 de marzo de 2012

Molinaseca - Samos (14/03/2012)

Despierto en Molinaseca. Descansado, relajado y con pocas ganas de coger la bici y hacer la ruta. Quiero quedarme descansando un día más, aunque la relación calidad-precio del hotel no es muy pareja.
Me arreglo, me despido y me pongo en marcha. Quiero ir tranquilo, las etapas anteriores han sido demasiado duras y necesito tomármelo con calma. Y disfrutar leñe, que uno se emociona a veces con las cosas y se olvida de que lo importante no es postergar la felicidad, sino disfrutar del momento. Así que así hago en primera instancia, pues salgo sobre las 09:30 y me encamino a Ponferrada, la atravieso y me gusta poco y quiero salir cuanto antes. Dios, qué horror de ciudad, lo siento por los oriundos.
Paro a desayunar en las afueras y el café me sienta de vicio. Y la tostada, y las rebanadas con aceite...
Ya sí que empieza mi día. La verdad es que me siento cómodo hoy, primeros kilómetros llanos, buena marcheta y un paisaje en sintonía con el estado de ánimo. Ahora sí que vuelve a empezar a ser bonito todo.
Sin embargo sé que la de hoy es la peor etapa de todas, o al menos para eso me había estado preparando. La subida a O Cebreiro ya se había convertido para mí en una leyenda, sin conocerla. Voy sintiendo poco a poco la presencia de esa montaña a medida que me acerco a Villafranca del Bierzo. No tengo ni ánimos para pararme, sólo algo parecido a miedo. Curiosamente me llama mi amigo Jesús el Presidente y le cuento todo lo que estoy haciendo, ya que él no sabía nada, y se queda sorprendido y me infunde unos ánimos que hacen que el resto del día sea mucho más agradable.
Había leído tanto sobre la montaña en las guías y foros que en mi mente empezaba a establecerse una lucha de poderes entre mi mente, la confianza y la dureza que esperaba. Me acuerdo del libro de Hemingway "El viejo y el mar" o de "Moby Dick", donde el duelo hombre-bestia se convierte casi en el modus vivendi de los protagonistas. Así me siento enfrentado a algo que desconozco.
Y la montaña no aparece como tal, pero la batalla comienza cuando sé que a partir de Herrerías estoy de lleno en las primeras rampas. Cuesta, cuesta mucho, pero ahí estoy, en el corazón del Bierzo intentando atravesar hasta Galicia. No veo la cima, de hecho no sé dónde está, así que me deleito con la arquitectura, que me es familiar. Identifico en Vegas de Valcarce las primeras casas indianas, síntoma de lo que para mí es parte de la arquitectura típica gallega. ¡Este sitio es precioso!
Sigo subiendo y cuesta muchísimo, pero me contento al ver que atrapo a una pareja de ciclistas y los sobrepaso tranquilamente. "Coño, si al final voy a ir mejor de lo que pensaba", me digo.
Paso varias veces por debajo del mismo viaducto, el de la A-6, pero cada vez el viaducto está más cerca de mi cabeza, hasta que empieza a estar debajo. Ni rastro de la montaña todavía. No ha sido tan pesada la subida, pero es que, iluso de mí, todavía quedaba más, mucho más. Creo llegar al pico O Cebreiro pero no, me equivoco y estoy más abajo. Al final llego, 1300m y un desnivel de 800m acumulado en esa subida. Pero quedan todavía dos más y lo peor es que bajo lo subido para volverlo a subir.
Al final llego al pico de Poio bastante exhausto. Las vistas son preciosas pero en ese mismo momento estoy muy cansado y necesito reposar. Es una lástima que siga sin llover en toda España y eso se nota en todos los campos.
Paro arriba y me como un bocadillo y una coca-cola y cuál es mi sorpresa cuando veo aparcadas en el bar de al lado las bicis de mis amigos de Teruel. ¡Increíble! ;)
Nos contamos qué tal nos ha ido en nuestras respectivas subidas y coincidimos los tres en su dureza. Quedamos para intentar coincidir el mismo pueblo en la bajada y hacer noche.
La bajada es espectacular, pero dura poco y encima el final de la etapa está regado de toboganes rompepiernas, esto es una verdadera penitencia. Llego solo a Samos, pues había salido más tarde de arriba, pero éstos me estaban esperando en el albergue, anejo al Monasterio de los Benedictinos.
Ni corto ni perezoso los tres nos vamos a una misa gregoriana a la que nos invita el padre Cristóbal. Disfruto muchísimo más de la visita guiada que nos hace por todo el monasterio, que es sencillamente mágico, que de la misa: sus claustros, la gigantesca iglesia, la sacristía, el resto de dependencias. La sacristía contaba con la representación de las virtudes cardinales y teologales, que tanto me encantan. Hago mención a su aparición en la baraja española y todos se sorprenden. Yo y mis conocimientos absurdos...
Finaliza la visita tan especial prometiéndole al padre que pediremos por él en Santiago.
Cenamos de lujo, pues ya estamos en Galicia y a esperar mañana nuevas ocurrencias en mi peregrinar a Santiago.
PD: Hoy el tiempo ha jugado a mi favor y la paciencia me ha hecho ver que todo pasa. Hoy he superado un fantasma que ya no es tal.


Ponferrada

Cacabelos

Villafranca del Bierzo

Villafranca del Bierzo

Villafranca del Bierzo

Villafranca del Bierzo

Villafranca del Bierzo

Subida a O Cebreiro

Entrada en Galicia

Pedrafita

Pico O Cebreiro

Triacastela

Monasterio de Samos

Monasterio de Samos

Monasterio de Samos

Monasterio de Samos

Monasterio de Samos

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