Perdido en algún punto del Camino francés...: Navarrete

Comienzo la etapa en Navarrete: desayuno en el bar de la esquina donde, muy atentamente la noche anterior, ya me habían agasajado con una estupenda cena.
Que la bici necesitaba una revisión ya me lo venían anunciando los kilómetros anteriores a mi llegada a Navarrete y los posteriores hasta Santo Domingo de la Calzada.
Etapa tranquila y sin sobresaltos, eso sí. De transición podemos decir. Mucho sube y baja pero nada sufrido. Cambio el paisaje abrupto por los campos de cereales y aún estando todavía en La Rioja me acuerdo de la famosa frase "Ancha es Castilla"
Sin embargo tierra rojiza al principio de la etapa, tan parecida a mi querida Tierra de Barros que hace que mi pedalear sea alegre y familiar. Surco viñedos, viñedos y más viñedos de Tempranillo.
Llego a Nájera y me enamoro. Me encanta, y una de las cuestiones que voy comprobando día tras día es que España cuenta con un patrimonio arquitectónico inagotable a la par que desconocido para muchos. Conclusión: hay que volver y disfrutarlo todo muy poco a poco.
Como digo, Nájera me encanta, el río Najerilla a su paso por el pueblo, lo que puedo ver del Monasterio de Sta. María la Real, incrustado en la montañas, y gente amable por todas partes.
Paso Nájera y me enfrento a una dura subida "bah, esto no es nada". Un kilómetro con desarrollo suave y de nuevo a correr en las bajadas. La bici se porta de maravilla a pesar de los problemas con el cambio trasero. Azofra, Cirueña y llego a Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada. Nada más llegar me hacen un mínimo guiño a mi equipo de la Liga Fausto ;)
Y de nuevo me embeleso con todo: su catedral, sus plazas, su arquitectura...
Me quedo en la plaza un buen rato porque ya decido sí o sí arreglar la bici. Una caída kilómetros antes por culpa del cambio me obliga a tomar la decisión. Me curo la herida en la plaza, conozco a una simpática peregrina del sur de Inglaterra en la plaza, como en la plaza y hago migas con un perrete al que finalmente le doy algo de comer en la plaza. Una vez más la plaza como centro de cualquier actividad.
Mientras espero a que den las 16h en una terracina, da el sol en la cara y ya apetece un café solo con hielo. Se acerca un amable jubilado con el que hablo de economía (macro y micro) pero a nivel de votantes. Conozco a Sam, que se presenta como un americano de las Rocky Mountains (Colorado) con el que hablo del camino y de mi bici, le cuento eso de que una Orbea nunca se estropea y de las buenas marcas que tenemos en España. Él sabe también bastante de bicis.
Dan las 16h y me encamino al taller que previamente ya tenía localizado. Engrase y ajuste 3€ ¡¡A correr!! no sin antes jurar por enésima vez que tengo que volver de visita tranquila.
Paso por Grañón donde me cruzo de nuevo con la inglesa simpática de Santo Domingo y llego a Redecilla del Camino...
Estoy solo en el albergue, me ducho con la música de Acetre de fondo y luego marcho a dar una vuelta por el pueblino y a cenarme unos huevos con chorizo y patatas que me los tengo merecidos. La regente del albergue me dice que mañana puedo desayunar churros con chocolate...
Todavía me lo estoy pensando, aunque algo dentro de mí empieza a decirme que este Camino empieza a tener algo más de gastronómico que de ceremonial. Conociéndome miedo me da llegar a Galicia.